1 feb 2010

El broche de oro



El sábado fue un día especial, lindo y divertido: fue todo un día con mi pequeñito disfrutándonos mutuamente en quehaceres, pendientes y jugando con los pichones del kiosco de la Obregón. Nos divertimos mucho: él persiguiéndolos y yo observando con qué pequeños placeres de la vida, brinda momentos felices para ambos.
Pero el broche de oro, con lo que cerró todo un día de trajines y de paseos fue una hermosa luna llena que era digna de fotografía. He de confesar que hice un intento sobrehumano para obtener una foto de ese momento, pero mi pulso de maraquero no me ayudó mucho; sin embargo, esta foto es digna de ponerla en la oficina para recordar un día espectacular.
En lo que a mí respecta, no es para mí casualidad tener a la luna presente en otro momento tan hermoso en la vida, sin duda es una fiel compañera, amiga y cómplice.
P.D. Aunque no lo crean es la luna entre las dos torres.

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