¿A quien no le gustan?

No hay mejor emoción que el tener frente a uno un regalo, sé que se puede escuchar banal y lo que le sigue, pero es lindo recibir cosas y también darlas; pero cuando eso que regalas o te regalan llevan una envoltura hace las cosas más interesantes, emocionantes porque uno está a la expectativa de lo que vendrá.
En mi caso he encontrado un gran placer sorprendiendo a mi pichirrín con regalos inesperados que me come la emoción de ver su cara al dárselo, y aunque en ocasiones no es tanto el objeto, si no el placer de ver su sonrisa en el rostro imprimiendo en mi memoria un momento alegre para no olvidar.

Ayer, fue cumpleaños de una compañera de trabajo, y aunque ella estaba ausente de su lugar, para poderle dar un abrazo de felicitación, vi el regalo que le llevó alguien muy especial para ella: un mini pastel con un corazón rosa y un love escrito en betún. Por un momento, (aclaro no fue envidia, pues al final de cuentas que hermoso es estar enamorado)me desmoronó el corazón al saberme sin alguien especial quien me regale un "algo" no en mi cumpleaños, en cualquier momento del año, pues el factor sorpresa es lo importante en esto del dar. Al verme en la situación, mi niña interior pensó en voz alta: "algún día tendré alguien que me regale algo", mientras que mi otra compañera me preguntó que si qué decía. "Nada", contesté, "hablé en voz alta".
Esta ilusión óptica del regalo ha dejado pensamientos retumbando en mi cabeza; más ahora que el día de hoy amaneció nublado: un hermoso cielo gris decidió posarse sobre la ciudad. Días así son para disfrutarse en pareja (indudablemente) ir agarrados de la mano caminando, aunque no haya un destino final a donde llegar. Para mi desgracia la melancolía a recorrido algunos recuerdos (¿inútiles?) de días pasados, momentos hermosos en lugares inolvidables.
Tendré que esperar a que mi "hombre" crezca, y mientras en él sembraré lo hermoso que es el dar, para que en un futuro, no muy lejano, sorprenda a su mamá con un detalle envuelto con sus propias manos.