Se busca

Llegó tío Omar y con él un papá postizo. Lo que en un primer encuentro con mi pichirrín pensé que eran sólo alucinaciones mías, en este encuentro lo confirmó; lo vió, corrió y gritó: papá.
En ese momento desaparecí y toda la tarde fue su centro de atracción, visión y emoción, abrazaba con fuerza ese pequeño osito de lana que le trajo de Oaxaca e iba por la calle orgulloso de que lo cargara o lo llevara agarrado de la mano.
Luego de pasearnos por casi todo el centro y disfrutar ambos de la gran sorpresa que nos había dado Omar de llegar de improvisto, nos invitó a cenar; y de nuevo desaparecí ante los ojos de mi hijo, era él y sólo él a quien obedecía, se mimaba y reía. De vez en cuando me regalaba un cariñito una mirada, un "papá, mamá" apuntándonos con su dedito. "Es tú tío Omar mi amor, no es papá", que le importaban esas explicaciones, pues él veía lo que quería ver.
Luego de la plática y encaminándonos al carro, mi pichirrín sostenía su mano con gran firmeza y seguridad, que brincaba y reía de la emoción al ir caminando.
Ya en casa, a toda costa quería captar su atención, jugó a sus pupus con él, le pedía que le cargara, lo llenó de abrazos y besos; mientras mis hermanas no podías dar crédito a lo que veían. Llegó la hora de dormir. Luego de salir del baño lo alisté para llevarlo a la cama pero él quería estar donde él estuviera, así que aguantó hasta que el tío Omar lo tomó en brazos y poco a poco, el sueño cerró sus ojos y en sus labios dibujaron una gran sonrisa.
"Le hiciste el día a mi pequeñito, muchas gracias Omar por tenerle paciencia y apapacharlo". Lo llevé a su cama y me despedí de mi amigo.
Tres horas después despertó llorando y buscándolo, "mamá está aquí mi amor" y él sólo preguntó por él. Un bibi y un amoroso abrazo de mamá no menguó la búsqueda, pero reconfortó la ausencia.
Si así fue con un papá postizo ¿cómo será con el de verdad?