3 feb 2010

¿Será posible?

No es envidia, es una observación diaria a la que me someto todos los días y tenía que escribir-desahogarme de tal situación.
Frente a mi trabajo se encuentra una preparatoria privada (pequeña y modesta) en la cual acuden chavitos entre los 15 y 17 años de edad; tierna edad de la punzada, donde lucir es uno de los objetivos y no me refiero solo a su imagen, sino también al vehículo que los trasporta, por lo que el desfile de coches no deja de llamar la atención(tomando en cuenta la edad que tienen): Jeep Rubicon, Mazda, Lobo, Megane...
Comentándolo a mis compañeras, me sorprende que unos chamacos traigan semejantes carros, cuando uno anda en camión, y explicaré bajo qué visión lo vemos, ya que, insisto, no es envidia.
Un carro implica responsabilidades y gastos; eso me lo enseñó mi papá cuando me obsequió mi primer coche (un Rambler modelo 1975, al cual nombré Cuquita Lemu), cuya entrega de llaves fue acompañada de una disertación sobre el porqué me lo daba, los esfuerzos que tenía que seguir haciendo para tenerlo y poderlo mantener, con cierto dinero medido que me daría para gasolina y demás. Tenía 19 años cuando eso sucedió.

Es verdad que los niños y jóvenes de ahora son más adelantados y "truchas", pero ¿responsables?, tengo mis reservas cada día cuando se dan la una y media de la tarde y salen quemando llantas del lugar donde se estacionaron, siendo que a unos cuantos metros está un jardín de niños y una primaria; y eso sin mencionar que la música resuena hasta en los libros del librero de la oficina y todos los cristales del edificio.

La pregunta que genera tal reflexión es ¿que tan bueno es darle todo lo que quieren a nuestros hijos? Ahora que soy mamá, lo que he leído y comentado con otras mamás es que antes que dar algo, es bueno incentivarlos a que ésto se lo ganen, que sepan que todo implica un esfuerzo, y aún así uno como padre debe tener control sobre ese algo. Si alguna vez le regalo un auto a mi pichirrín, indudablemente será luego de que demuestre que es responsable de lo que tiene en sus manos, con sus obligaciones y que además haya vivido la experiencia de andar en trasporte público, pues sólo así valorará lo que se ha puesto en sus manos.

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