16 feb 2010

Abandonos

Las despedidas son difíciles. Desde pequeña las recuerdo y son memorias dolorosas que existen y que en ocasiones he tratado de ocultarlos en lo más recóndito de mi subconciente, para que no duela, para que no vuelva.
Me ha tocado despedirme de los que duermen para no despertar, de ciudades hermosas que aún llevo en mi corazón, de lugares especiales, amores...pero sin lugar a dudas el más hiriente de los adiós es el que se le da a un amigo.

Ayer me di cuenta de que no es la despedida la que duele, es la sensación de abandono que nace del adiós el que hace que las lágrimas rueden por las mejillas, que el corazón se sienta a punto del colapso y pareciera que falta el aire por un momento, una asfixia momentánea; y así fue como ayer, intentando conciliar el sueño, me di cuenta que mi vida se ha entretejido de abandonos, y son estos los que me han forjado mi carácter, mi coraje, los que me han aleccionado; bien dicen que lo que no mata te hace más fuerte.

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