5 mar 2010

Una estrellita azul

El esfuerzo que implica el estar en la escuela ha hecho que la calificación del segundo módulo haya sido como un sundae de chocolate sabor chocolate a mi paladar. Las preocupaciones económicas, el tiempo que le robo a mi pichirrín, los desvelos y desmadrugas, las lecturas y lecturas, el seguir buscando información en la web para seguir alimentando las neuronas con el nuevo conocimiento...han valido la pena.

En la primaria (y hasta preparatoria) nunca fui una persona de dieces, me caracterizaba más mi esfuerzo y dedicación que mi calificación. En la universidad fue otra cosa, había un mayor interés de por medio; pero ahora en esta nueva etapa es nuevo, cada 15 días llega la emoción-placer muy parecida a la que Michelle de cinco años encontró cuando por primera vez la llevaron a un parque de diversiones grandísimo (Reino Aventura) y donde por un día el tiempo se detuvo.


Mi alegría fue extensiva para con mi pichirrín, un gran abrazo cuando lo recogí de su guardería y el enorme beso que me dio parecía que sabía que mamá estaba muy contenta. Le dije al ir rumbo a la parada de camión que nos habíamos sacado un diez, que mamá estaba sembrando para un mejor futuro para dos y que éste esfuerzo tendría una gran recompensa. Justo venía dándole besitos cuando entré a una tienda de globos para comprarle uno (no el que yo hubiera querido,sino el que el bolsillo permitió pagar en ese momento) pero mi pequeñito estaba encantado con su globo de estrellita azul, jugó con él toda la tarde, durmió con él y hoy amaneció con él enarbolándolo orgulloso. Nuestra siembra de estrellas.

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