11 mar 2010

Ausencias

"La muerte vive tan pegada a nosotros que su comprensión está al alcance de la razón; lo difícil es sentir nuestra mortalidad como sentimos nuestros huesos, piel y corazón". La tía Pita y otras muertes ordinarias, Victoria Haro.


El lunes falleció la señora de la tienda de la esquina a mi oficina. Sus noventa y algo de edad se fueron con ella, su cabeza de cabellos ondulados y canos dejaron de asomarse detrás del taburéte dispuesto para atender amablemente a quien se acercaba. Su lucidez y su fuerza, pese a los años, era sorprendente y admirable. No podía evitar recordar a mi abuelita May cada vez que la veía; por ello, su partida me ha llenado un tanto de melancolía, de tristeza.

Hoy le dí el pésame a su hija, "¡ánimo, que ella ya descansa y aquí estamos nosotros para apapachar!", fue lo único que le pude decir a la compañera inseparable que tenía a su lado y estaba al pendiente de ella. Entre los vecinos es una pena su partida, y aunque no soy es mi vecindad, y sólo tenía algunos meses viéndola, siento su ausencia.

En definitiva, la muerte, últimamente, se ha dispuesto a rondar por la ciudad; y uno en medio de ella, sólo resta levantar una oración cada día para que no la encontremos a la vuelta de la esquina; como quien hace apenas un par de días lo encontró tomando el camión para ir a trabajar, a dejar a sus hijos...no lo sé, sólo sé que tuve que voltear la cara de mi pichirrín para que no quedara esa imagen impresa en cabeza.

Este tema me recuerda mucho a La tía Pita y otras muertes ordinarias, un libro que de Victoria Haro que me encanta (que también algún día lo compraré) donde, una de las muchas frases que comprenden a mi lista de florilegios, me deja más que reflexionando: "La forma en que nos morimos es parte de nuestra personalidad"; si es así ¿entonces cómo moriré? Sólo Dios sabe.

2 comentarios:

  1. Murió doña Carmen? No me digas... Qué pena! Esta señora me encantaba, tenía más energía que nosotras y siempre era muy platicadora, muy "viejita de las de antes", dicho con todo respeto y cariño, pues me recordaba mucho a mi abuela y a mis tías viejitas. Ojalá haya tenido una partida tranquila y ya esté agusto en el Cielo, al lado de Dios :-)
    Un abrazo, Coma.

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  2. Sí fijate, falleció doña Carmen. La verdad ha sido triste y mira que no tengo mucho aquí. A mí también me recordaba a mi abuelita May, era una señora con mucha energía, como bien dices. Sé por comentario de un vecino, que aún no sé como se llama, que tuvo un problema renal y se hospitalizo, y de ahí se empezó a complicar su salud hasta que Dios decidió llevársela a descansar.

    Saludos Coma, y muchos abrazos y apapachos

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