11 ene 2010

Mi escritorio

Un espacio de trabajo habla mucho de la persona que se apropia de él, de sus intereses, de lo que realmente le importa. De eso me di cuenta en una ocasión que mientras descansaba la vista, voltee para ver lo que había a mi alrededor, de lo poco o mucho que he traído para apropiarme del espacio que se me asignó para trabajar.


Y en primer plano encontré que a mi mano izquierda está todo aquello que es el centro de mi corazón: una tarjeta de cumpleaños que me regalaron mis amigos de la iglesia en la que se puede leer "Nuestro propósito está en Dios. Solo en él encontramos nuestro origen, nuestra identidad, nuestro sentido, nuestro propósito, nuestro significado y nuestro destino". Su razón de ser en ese lugar es para recordarme que sin Él en mi corazón no soy ni tengo nada.
Enseguida está una foto con mi familia, Hans, mis hermanas, Giselle y Nikolle, y mi mamá junto conmigo. Es una foto que fue tomada en la Navidad del año pasado, y la primera visita de Hans a la verbena. Fue una noche maravillosa, como hacía mucho no teníamos.
Al lado del portarretrato esta una pequeña foto sobre un carrito. Es Hans cuando tenía tres meses. El motivo de ocupar un lugar es recordarme que cada trabajo, cada proyecto, cada escrito, cada cosa que haga es por él y para él: mi motor de amor.
Una Luna de cristal acompaña a tan hermosas fotos, y me recuerda lo que uno puede hacer por amistad, en específico a mi amigo José (de quien ahorita no sé mucho de él) a quien me ayudó en uno de los momentos más difíciles en México: empacar mis recuerdos, mi trabajo y darme ánimo para despedirme con entereza de esa hermosa ciudad que me dio tantas alegrías.
Y por último un pastillero que me recuerda que debo tomarme mi medicamento.

Luego a mi mano derecha esta El pan de vida (mis tarjetas con versículos biblicos, que en lugar de ratos de ocio leo alguna de ellas y me pongo a meditar en la palabra). Tras él mis herramientas de trabajo, mi taza favorita de café.
También se encuentran tres "adornitos" más que tienen un gran significado para mí: el primero es un caracol que perteneció a mi abuelita May, regalo de un viaje que hice a Mazatlán y que al dárselo recuerdo que me dijo: "hija, gracias por traerme el mar", y lo puso en su oído para escuchar el mar encerrado en él. El segundo es un alajerito que me regaló mi mamá, y lo tengo aquí para que nunca se me olvide que estoy sentada en este escritorio gracias al esfuerzo que hizo mi madre, quien es una joya hermosa que Dios me dio. El tercero es un corazón con forma de piedra, la cual encontré una vez que andaba caminando, y la tengo conmigo para no olvidarme que siempre hay una oportunidad para amar de nuevo, aunque haya pasado por muchas decepciones en busca de un príncipe azul, no debo dejar que mi corazón se endurezca, él llegará, lo sé.

Luego de mi escritorio, el siguiente lugar a conquistar fue unos espacios en el librero, en la parte superior tengo unas fotos de Hans, que lo veo directamente cada vez que subo la vista estando sentada en la computadora, y MIS TAZAS DE CAFÉ (notesé lo importantes que son). Ellas podrían contar tantas historias, anécdotas, han viajado conmigo incluso cuando viví en Guadalajara y México. Pero de entre ellas sobresale un cacharro especial, al que le tengo un especial cariño en espera de las hierbas necesarias para algún día poderlo usar: una matera morada traída especialmente de Argentina por Fabiola, la amiga-confidente.
Bajo mis tazas se encuentran tres dibujos que Hans, con ayuda de la tía Giselle, me regaló de cumpleaños: uno es de corazones, otro dice te amo y el último unas manitas de él, todos ellos acompañados de una hermosa alcancía en forma de pastel, regalo de mi hermana Nikolle. Esta tiene una función rara, me recuerda que tengo que ahorrar pero también me antoja de postres todo el día.

Me sorprendo escribiendo esto y al ver las cosas de tal manera, es maravilloso descubrir como con unas cuantas cosas, y sin mi presencia en este lugar, puede hablar tanto de mí, a quienes amo, mis aficiones. Decir que este lugar ya es parte de mi vida es una bendición, es el oficio que siempre soñé y esperé, y al que le doy cada mañana gracias a Dios por él.



portarretrato

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