30 nov 2009

Crónica de un cumpleaños

Crónica.- Historia en que se observa el orden de los tiempos (Real Academia Española). Tomando en cuenta la definición de la RAE, y sin que suene a enumeración de hechos, mi cumpleaños fue algo bizarro en todos los sentidos. Recibí mis 30 años planchando la ropa de mi hijo, pensando mientras dejaba una camiseta para desarrugar un pantalón, lo afortunada que era, aunque en mi mente, años atrás, no hubiese sido capaz siquiera de imaginar ese cuadro. La primera llamada entró: Fortunado Paredes Ramos, un gran amigo que gracias a la tecnología hemos estado en contacto, ya que nuestros tiempos no se han alineado para ir por un cafecito y ponernos al tanto de nuestras vidas. "Soy el primero que te felicita, no estabas dormida". Los años pueden pasar y dejar marcas en nuestro rostro, pero la voz no está sujeto a él (o por lo menos es casi intocable). Fue un gusto escuchar sus felicitaciones y buenos deseos para esta nueva etapa de nuestra vida.

Lo cierto es que, al terminar la llamada, pese a que ya era de madrugada y estaba algo cansada, el insomnio llegó pues parecía que el cuerpo supiera que algo diferente llegaría con el amanecer de ese día. Hora y media, cuando mucho dos, fue lo que dormí. Estuve orando, dándole gracias a Dios, y entregándole en sus manos este año, esta etapa, y pidiéndole que me guiara y no se separara de mí.

Un hermosos beso de Hans fue lo que me despertó, pareciera que sabía que su mamá cumplía años, e inmediatamente después, un abrazo y la petición de subirlo a mi cama para apapacharme(pues, gracias a Dios, ya duerme en su camita). Juntos, abrazaditos, entró la llamada del abuelo para felicitar, y mientras que estaba el altavoz del celular con el mariachi a todo lo que daba, la abuelita llegó a felicitarme también.

Entre felicitaciones de mis papás, llegó el momento de arreglarnos para ir a la iglesia. La llamada de mi hermana Nikolle desde Ensenada no se hizo esperar y la distancia se acortó para escuchar sus buenos deseos y unas mañanitas entonadas. Preparé el desayuno de Hans, lo vestí y en eso que saca sus juguetes de su caja, y ya casi para irnos aún no los levantaba, y vino la sentencia de mamá: " Si no levantas tus juguetes te quedas con tía Giselle". Ella se iba levantando y aun con sueñito me dio un apretado abrazo, felicidades y mañanitas.

Ya casi para irnos, Hans no recogió sus juguetes y se quedó en casa disciplinado. En la iglesia, donde también mi amigos me estuvieron felicitando y apapachando, en medio de la predicación otra hermosa sorpresa: Adriana, mi comadre Luna, me mandó un mensajito deseándome lindo día.

Encuanto a Giselle y Hans, parecía que tenían friamente calculado. Cuando llegamos, él y su tía, hicieron un pastel de chocolate(riquísimo con un corazón al centro de azúcar glass) y pusieron mensajitos muy lindos por la casa, mientras que cantaban las mañanitas de un kareoke de la computadora, lo que hizo que el nudo de la garganta se disolviera con algunas lágrimas, pues fue uno de los regalos más hermosos que pude haber recibido de parte de mi hermana Giselle.

Mi mamá, me obsequió un bouquet hermoso de flores (girasoles, rosas beiges y astro....), aquellas favoritas que llegué a comprar estando en México, y que le decía Hans (estando aún en mi panza) que su mamá le había comprado flores para alegrarnos el día.

Llegó la tarde y con ella mi papá con un pastel de chocolate. Todos en casa, cantaron las mañanitas, mi papá en ópera y mi mamá un "feliz, feliz cumpleaños, que Dios en su bondad, te dé muy larga vida, salud y felicidad..." A los minutos, Perla, llegó para darme mi abrazo, y tras de ella Sheila con un presente muy significativo: Un llavero de luna (el cual estaba buscando desde días pasados en el centro).

Unos se van y otros llegan, y al irse mi papá y Sheila, llegaron Fernanda, Vicky, Karely, Heriberto y su mamá, para felicitarme. Me sorprendieron con un presente muy peculiar: Una caja de ferrero rocher para mí solita (y la dieta que empezó se fue en ese momento) pero lo más hermoso, fue una linda tarjeta que los acompañaba dedicada por todos; la cual, se encuentra en mi escritorio, así como las manitas de mi chiquilín y los mensajitos de felicidades que él y su tía me escribieron.

Fue un día tranquilo, pero hermoso, donde incluso por facebook y vía corre electrónico encontré mensaje de quienes, pese a la distancia, aún sigue uniéndonos una hermosa amistad.

Doy gracias a Dios que me dejó llegar a esta edad, los fabulosos 30, sé que vienen hermosos compromisos y se levantan nuevos anhelos y sueños para cumplir. Pero ante todo y sobre todo, seas tú Señor quien guíe mi camino, y no te apartes de mi lado, pues en vano es mi caminar si no estás tú.

Al caer la noche concluí: He llegado a mi tercer década de vida. La primera, pese a los avatares de separaciones familiares y de amigos...sobreviví. En la segunda, siguieron las pérdidas de grandes amigos...y lo que no mata te hace más fuerte. La tercera, nacieron rebeldías que murieron al momento de concebir Hans y nacer con él una mamá...la búsqueda termina y empiezan las conquistas. Soy pues, una sobreviviente que se ha fortalecido con las búsquedas y pérdidas, y lista para las conquistas.

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