4 nov 2009

Crónica de un accidente

Fue en un instante, ni siquiera la espalda le di.En un berrinche, Hans se resbaló de su silla periquera con tal fuerza que al resbalarse golpeó con el filo de la mesa. Al caer, inmediatamente se agarró su nariz, y quedó privado, sin poder llorar. Unas nalgadas y el llamarlo, hizo que rompiera en llanto, soltándose su nariz, y dejando al descubierto las consecuencias de su berrinche: el desprendimiento de ligue entre la nariz y el labio, tabique fracturado y un hematoma considerable al centro de la frente.

Sin más que esperar, corrimos al Hospital General llevándome el esposo de una vecina. Pese a la cercanía, el recorrido fue largo (todo es relativo, bien lo dijo Einstein): llanto, susto y no saber lo que pasaba, hizo que Hans emitiera tales gritos que pareciera que llevábamos sirena de ambulancia.

Al llegar al hospital no hubo tiempo de encontrar al abuelo, por lo que entramos a urgencias pediátricas sin él, la curación se hizo sin mi presencia; situación curioso pues aunque tengo buena capacidad de respuesta para este tipo de emergencias y atenciones (gracias a que de pequeña auxiliaba a mi papá durante algunas visitas post operatorias), el saberme sin poder ayudar a Hans hizo que en mi estómago se hiciera un nudo. "Tan chiquito y ya con un gran golpe", pensaba. Horas después mi papá le diría a Hans que era su primer gran golpazo de la vida, y ya tan chiquito.

Luego de la curación para parar la hemorragia, fuimos a tomar las radiografías para verificar si había alguna consecuencia importante tanto en la cabeza como en el tabique. Fue en la sala de espera donde hablé con él, ya que se encontraba más tranquilo:
-Mi amor, ya estás tranquilo?
-sí
-Te asustante?
-sí
-Yo también me asusté mucho. Mi amor, necesito que te des cuenta, que esto es la consecuencia de un berrinche que no tenías por qué hacer. La mamá te ama mucho y no le gusta que hagas esos berrinches porque, ésto es precisamente lo que quería evitarte.
-sí. Contestaba, moviendo su cabecita y poniendo real atención a lo que le estaba diciendo.
-Vamos a entrar a tomarte unas radiografías, es necesario para saber si no hay nada de gravedad, pero antes de entrar necesito pedirte que porfavor me ayudes, no está el abuelito y solo yo voy a estar contigo, necesito que me ayudes, pues esto es parte de las consecuencias de tu berrinche. De acuerdo? Antes vamos a orar para pedirle a Dios que no sea nada de gravedad, y que esto sólo sirva de lección tanto para tí como para mí.
Llorando, contestó que sí. Cabe señalar que anteriormente para tomarle una radiografía era necesario agarrarlo, mínimo, entre tres personas.En esta ocasión, sólo bastó mi presencia y decirle que estaba con él para que dejara tomarse las placas. Es un niño obediente, pero de todo, un hombrecito, que está creciendo con fidelidad en su palabra.

De regreso a urgencias, pasamos al área de traumatología para buscar al abuelo, se asustó al verme la cara y ver a Hans con su camiseta ensangrentada. Luego de explicarle, nos acompañó a que el pediatra viera las placas junto con él y di el dictamen: llamen a un otorrino(especialista)va a necesitar suturarlo, y por su edad y lo pequeña de su nariz, es mejor que él lo atienda, además, va a ser necesario sedarlo.

Seis horas estuvimos en el hospital, dos de ellas esperando a que el especialista concluyera una intervención. Fue hasta después de tomarlo de la mano para que lo canalizaran, y pasaran el sedante, mientras veía cómo se desvanecía, cuando por fin, salieron las lágrimas. Fueron pocas, suficientes para darle gracias a Dios por estar a mi lado y no dejarme.

Hoy, luego de casi 15 días, los puntos fueron removidos (luego de su respectivo pancho con los internos)pero queda una herida por terminar de cerrar, una naricita un poquito chata (al parecer) y un golpe por revisar en la próxima consulta.

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