8 mar 2008

Príncipes, frutas o dioses

Hay mujeres que creen que están en un cuento y esperan a un príncipe azul, montado en un caballo y que vendrá al rescate de ellas para juntos ser felices para siempre en su palacio.

Otras creen que el hombre que llegará a sus vidas será como una fruta, una media naranja (manzana, pera, guanábana o la fruta que más le guste) que será el complemento de lo que ella cree que le falta,que no tiene o no puede realizar por sí misma.

Dioses es como unas los llaman. Como si el cielo fuera su casa y sólo bajaran a la tierra porque es en ciertos momentos cuando el mundo merece su presencia.

En el camino me he encontrado con príncipes que pese a que no eran tan azules, ni tenían un hermoso caballo, y me los hallé en el camino sin querer o simplemente tropezamos; no eran seres tan perfectos como nos relataban nuestras madres o abuelas en los cuentos que leían o inventaban antes de irnos a dormir.

Las frutas me encantan, son saludables, ricas en vitaminas y hasta hay aquellas que de sólo saborearlas nos invitan a lugares paradisiacos, como los cocos, por ejemplo, pero las frutas, frutas son.

Los Dioses, en el quórum realizado, todas votamos que sólo hay uno.

El debate abrió en mi una conclusión: sé que no hay príncipes cabalgando y sobre todo sé que no necesito que me rescaten, mi búsqueda es personal pero no estoy en peligro ni hay dragones en el camino. Una media naranja no creo encontrar, porque no estoy inválida de ninguna parte que necesite una mitad que me complemente; y un Dios, pues está de más decir, creo en uno sólo y no representantes terrestres.

Un ser humano, un simple mortal es con quien quiero estar. Alguién con quien compartir los atardeceres, las pocas lluvias de la ciudad (pero no por eso menos refrescantes), un buen libro, ir al cine, bailar, caminar, platicar, hacer travesuras, jugar carreritas y demás. Compartir ambos nuestros momentos buenos y malos, los triunfos y los fracasos, sus alejamientos y "mis días". Ser una pareja sin perder nuestra individualidad, y como individuos enamorarnos mutuamente, respetarnos y nunca dejar que una pelea sobrepase a un día (las peleas llevadas a la cama hacen los sueños amargos).

Algunas no creen que encuentre a mi simple mortal; y de encontrarlo, apuestan a que o estará casado, en celibato, gay o definitivamente habrá tierra de por medio que nos separe. Lo que no saben es que no tengo prisa.

1 comentario:

  1. Yo también quiero a alguien con quien compartir los atardeceres y demás cosas que mencionas... inventaré una estrategia para poder realizarlas a menudo con el ser humano con quien me casé...

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