11 ene 2007

Traseros rojos

Si enumeramos mis lugares favoritos de la ciudad, ése es el Paseo de la Reforma y es por dos cosas: el Ángel de la Independencia (que por alguna extraña razón tiene pechos y se le atribuye artículo masculino) y sus árboles de estrellas. Pero de todo esta avenida el lugar ideal es la glorieta donde está el Ángel.

Se avecina la Navidad y en esta peculiar avenida, débil ya por tantas marchas y tráfico, se llena de luz: los árboles estrellas alumbran en verdad ¡así como lo lees!

Sus troncos han sido invadidos por serpientes luminosas que suben como si quisieran alcanzar sus hojas estrellas que titilan con el movimiento del viento.

Sentada en la glorieta acompañada del Ángel y viendo hacia el Castillo Chapultepec, se puede ver como las arbotantes del Paseo se opacan ante la luminosidad de los troncos, los cuales junto con los traseros rojos de los carros (si van hacia el castillo) y sus brillantes ojos amarillos (si me ven a mí) dan un espectáculo maravilloso, digno de ingresar a una lista de desfiles navideños, ya que además, es acompañado por la melodiosa música que producen los silbatazos de los tránsitos (un devenir de luz, pareciera un río luminoso).

Así es como se pintan las noches en Reforma, de donde los fantasmas del Castillo de Chapultepec, ven a estos chilangos locos, ir y venir durante las noches frías por la avenida.

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