11 ene 2007

Al son que me toquen bailo

La falda volada de la señora de más de 40 causa tal sensación entre los bailarines, que parecieran secundarianos luciendo sus mejores pasos de baile ante ella.

Jóvenes entre los 40 y los 80 llegan al lugar, ahí no hay dolencias ni fríos, ya que el cuero es el que se arruga y no el alma, y cuando uno baila, baila con el corazón.

La pista, una rueda de concreto. Los músicos, una grabadora y cd´s. El evento: los sábados en la plaza de La Ciudadela.

Desde el 1,2,3 chachachá, pasando por el merengue y hasta un buen danzón, religiosamente los “jóvenes” se reúnen a darle brillo al cemento y bailar en las diversas pistas de baile, improvisadas en la plazuela, donde la tradición vive desde el México de los 40.

Los árboles y postes de luminarias, sirven de soporte para empotrar las lonas que cubren de las inclemencias del tiempo a los danzantes, ya que desde el amanecer hasta el anochecer, la pista está abierta tanto para el principiante, como el amateur, hasta para los lucidos profesionistas que van a “practicar” y sacar chispas al suelo gris.

El Charleston, el rock and roll de los 60 y la charanga suena al unísono pero sin mezclarse, y mientras unos descansan en la banca, otros, los más tímidos, bailan lejos de las pistas, escondido, como si esperaran dominar algunos pasos para una posterior visita en la que se lucirán frente al público presente.

Cachetes juntos, mano con mano… hombres y mujeres bailan sin notar el paso del tiempo, sin notar que el día acaba, y que los pájaros que emigraron esa mañana del jardín regresan ya que saben que el baile pronto terminará.

“La última y nos vamos”, marca con voz profunda y autoritaria el DJ de 60 años que gobierna la grabadora de la pista principal.

Zapatillas de tacón, mocasines, tenis y hasta botas se enfilan a bailar el último jalón del día.

En la pista del danzón, con sus parsimoniosos pasos, la banda deja de tocar y éstos dejan de encuadrar. Quienes traen sombrero dan las gracias, retirándose a los alrededores para comentar el día: quienes fueron y cómo y cuánto bailaron y hasta un con quien.

“Hasta el sábado”, se despide el DJ sesentón de la pista principal.

Los faroles iluminan lo que el sol dejó de iluminar, y un perro atraviesa la pista que empieza a vaciarse. Hombres y mujeres se van con una sonrisa en el rostro, en espera del próximo sábado en espera de ir a charolear y en la ciudadela bailar.

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