Hoy, llegó a mi oficina un personaje singular, no pude más que dibujar un gran sonrisa al verla frente a mi; un golpe en el corazón de la emoción, sin duda continuó después de la mueca.
Estaba ahí, con sus colores rojo y negro, y no hice más que emocionarme y balancearme a tocarla, pues era sin duda una visita inusual y extraordinaria a la vez.
Tantos años correteándola por jardínes, y ahora aquí frente a mí, sin tener que buscarla (pues he de confesar que hace tiempo que he dejado de verlas la ciudad.
Creo que sintió mi emoción, pues subió a un block de notas para quedar un poco más a la vista de su admiradora. Saqué la lupa y del cajón para poderla apreciar aún más...y se quedó quieta, como si supiera que su intromisión había causando gran algarabía en mi corazón. Mi mascota fugaz, mi catarina.
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